Adviento hoy



Esta mañana Nacho Celaya, amigo que ya ha ocupado esta página alguna vez, ha escrito esta reflexión en Facebook. Cada día se acerca a la realidad mira de otra manera, comparte desde dentro para una fuerte implicación en el afuera, en y con el otro, en la transformación de realidades para que se llenen de humanidad. Hoy era sobre el Adviento y me he permitido copiarla aquí, hacer mía para mantener vivo mi pequeña ventana que se cierra, se cierra, se cierra... batida por los vientos de la vida, de las prisas y de los 'tsunamis' diarios que generan naufragios y turbulencias. 
 Tiempo de embarazo, de vida que se acerca en la vida de la (del) que espera, no está aquí pero respira, dolores que son llamadas de vida, peso porque está creciendo... tiempo de sosiegos, de preparar con la seguridad del encuentro. Me encanta tu propuesta de 'milagro de la fraternidad', los que están en los márgenes, en las periferias como dice el Papa Francisco, están gritando en la niebla, en el bruma para que nos acerquemos y compartamos, demos, vivamos la fraternidad... y se haga el milagro. Gracias Nacho


Cuidando la dimensión espiritual, en tiempos donde...
EL HORIZONTE ES BRUMA, ES CIELO… Y ES ESCARCHA

“Hoy el sol de la tarde tiene su nombre escondido.
Se oculta en el abismo de nuestras manos,
acompaña al silencio de las dunas.

El horizonte es bruma, es cielo y es escarcha,
mientras la tierra, azul y sinuosa,
acoge nuestras sombras y las borra
entre sus pliegues.”

Por mucho que se empeñen los gobernantes, guardianes de la ortodoxia neoliberal y los banqueros que nos expoliaron de manera cruel… En hacernos creer -con esas sonrisas que laceran los corazones nobles-… que técnicamente hemos abandonado la recesión, que hay luz al final del túnel, que ha empezado la recuperación… 

El ciudadano de a pie y más si pertenece a los “frágiles sociales”, ve el horizonte cada día más cerrado. Las fechas en las que se habla de “luz” cada día se retrasan más. 

En la intemperie de la vida, hace frío, viento... y es difícil encontrar abrigo que te sosiegue...

Por eso creo que la espiritualidad puede venir, en este tiempo, en ayuda de las personas para tratar de colaborar, por una vía muy distinta a la de los poderes fácticos, a abrir horizontes, a dar esperanza por caminos pequeños pero concretos, a sugerir actitudes de vida que contribuyan a levantar el ánimo y a iluminar un poco el -a menudo- oscuro camino de la existencia. 

Porque, en realidad… “Mucho” de la espiritualidad es resistencia para sostener la posibilidad de una vida más humana y digna. 

Para los creyentes, el Adviento es tiempo de esperanza, tiempo de abrir horizontes, de poner delante aquellos aspectos de la vida que colaboren a iluminar un poco el horizonte, que ayuden a levantar los hombros y los ojos para no ceder al desaliento, para que la amargura no nos hunda, para rescatar halos de dignidad y anhelos de esperanza.

Al fin y al cabo, el nacimiento de ese Dios pequeño, pobre, frágil… que celebramos en Navidad, no es sino la apuesta y la convicción de que hay horizonte para la vida humana. Esta seguridad de que hay salidas a nuestras situaciones vitales, alrededor del milagro de la fraternidad, de la vida comunitaria que acoge la diferencia, de la mesa compartida, de la justicia que rescata a las personas… Por eso nos adentramos en el Adviento como tiempo sagrado para abrir horizontes.

Porque el horizonte, la vida, amigo/a… es bruma, es cielo y escarcha: No es únicamente luz. 

* Hay que admitir la BRUMA, su lado oscuro, su pena, el dolor, la muerte, la lucha, la sin razón, la impotencia, la frustración... 

* Pero es también CIELO, logro, por humilde que sea…, luz, aunque sea tenue, posibilidad, que surge del compromiso y del trabajo por la paz. 

* Por eso es también ESCARCHA, porque la escarcha al comienzo del día promete una jornada de luz.

Dolor, lucha, luz, promesa…

... de todos esos ingredientes está hecho nuestro vivir cotidiano… hoy especialmente sombrío para tantas personas y pueblos.

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