'Ospitalera'

Cantavieja, camino de la Muela

Fue durante el mes de julio durante mis vacaciones. Me esperó en la penumbra de la cocina, comedor, sala de estar, en un rincón de su casa, en su sitio… Sentado en el sillón, un viejo asiento para el que no pasa el tiempo… Fue un encuentro deseado. Me esperó, pues todos los días se acerca a la casa de los vecinos, la masía más proxima, para jugar una partida de guiñote. Le avisé con tiempo para que me esperase, no le dije la hora… aquella tarde elegida, decidió quedarse y esperar. Fue una gracia, un encuentro maravilloso… no hay mucho que decir, sólo estar, compartir. La penumbra de la estancia no me dejaba verle bien la cara. Lleva una gorra puesta, está tranquilo, siempre está tranquilo, siempre ha sido tranquilo… Un saludo, un abrazo, un montón de frases hechas, muchas coletillas para llenar los silencios… y mucha verdad, mucha paz, mucho sosiego, muchos deseos de compartir… ¿Qué decir ante un sabio? Poco, no sé que decir, que contar… mi mundo no aporta nada al suyo. Mis prisas no le dicen nada, mis agendas le dejan sin cuidado, mis agobios le preocupan poco, mis tareas no le ayudan a ser feliz… lo que interesa de mi es que estoy ahí, frente a él, que he llegado, que he venido, que soy parte de las personas que quiere, que tengo un tiempo para compartirlo, que hay una historia que es común, que no hemos vivido nada juntos pero las raíces son compartidas y, por lo tanto, estamos juntos en esta historia de la vida, del caminar y del ser… si del ser. Creo que al final la conversación, el encuentro terminó siendo una clase de filosofía o de metafísica… No tan técnica como en la Ponti pero si más práctica y cercana a la realidad.
Ismael, es el nombre de mi amigo, es pastor desde que nació. Ahora, con dificultades para andar, a sus más de ochenta años ha enseñado a sus ovejas a seguirle cuando se sube a su cuatro por cuatro. Le siguen y el perro hace el resto… Perdón, es una perra que es la mejor del mundo, por lo menos para él. Ha tenido descendencia y la está educando con esmero. Es la mejor herencia que puede dejar a quien continúe su tarea de pastorear… Está orgulloso de haber buscado para ella el mejor de los machos para que esta cachorra que está educando bien, sea la mejor… es su legado. Ismael es vida. Saber vivir y saber estar en su sitio, donde se es feliz, por eso no entiende las prisas, los enfados, los agobios, ni las agendas… de los que vivimos en otro sitio… parece que te está diciendo: deja todo, ¿no te hace feliz?, deja todo eso y busca tu sitio… Cada segundo de aquella tarde de julio escuché en mi corazón esto. Encontrarse con un hombre feliz, en la montaña, con el silencio, con la penumbra de su casa, de su salón… asusta un poco, cuestiona, es un espejo real que no deforma lo que eres. ‘Muchas veces me dicen que me vaya al pueblo, que estaría mejor… mi sitio es aquí, aquí estoy bien, no necesito nada más. He estado toda la vida, estoy bien’ ¿Qué necesito yo? ¿Cuál es mi sitio? Me preguntaba, eso que llamamos conciencia, en cada momento. Lección tras lección, pausa tras pausa, recuerdos tras recuerdo… Mis abuelos, mis padres, mis tíos, sus padres, sus hermanos, sus sobrinos… amigos comunes, familia… llenaban de luz la penumbra de aquella masía en la montaña, donde sólo el ladrido de los perros rompe la paz buscada y deseada, construida por la vida sencilla y sin necesidades falsas.
‘Lo que más me jode, es que le puedan robar la ilusión’ Vaya frase, filosofía pura. Es su análisis ante el robo de una maquinaria a un sobrino suyo que vive también la montaña. Le robaron parte de una empacadora y su respuesta es esa. Filosofía de la vida. Un hombre que no es feliz no puede responder así. Un hombre que no haya encontrado el sentido de la vida no puede responder con esa pequeña frase. Nosotros metidos en el mundo del tener haríamos una valoración de la máquina, el coste de la misma, cómo puede el seguro reponer parte de la inversión… Eso es necesario para seguir en la brecha del campo, de la montaña, del cuidado de los animales, del sustento merecido pero… no es lo importante, lo importante es seguir viviendo donde has elegido vivir y hacerlo con ilusión… El ya no deja las llaves puestas en su cuatro por cuatro como lo ha hecho siempre… Pero no ha perdido la ilusión, no ha perdido la brújula para saber cual es su sitio, dónde esta la felicidad…
Gracias, Ismael… qué regalo me hiciste esa tarde de julio.
‘Ospitalera’… que bien lo pasé.
('Ospitalera' es una coletilla que usa mucho Ismael al hablar, que también usaba mi abuela, que es una mezcla entre 'taco light' y expresión de sorpresa, ánimo, compañía, cariño, admiración, gusto de estar contigo, incomprensión, caricia, relleno de conversación, compañía, acogida... ¿Quizá se escribirá con 'h'?)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

Dolor compartido

El dolor de la víctimas