Un regalo
He recibido un regalo. Además es de
los buenos. De esos que no se pasan. Los que me lo han dado, recuerdo
que un regalo es dado sino es otra cosa, me lo han explicado bien.
Esto es lo que quiero compartir con vosotros. Las cosas que se
compran, los objetos, pasan de moda, a veces duran mucho tiempo, en
ocasiones pasan muy rápido. Son cosas que se pueden guardar pero que
solamente recuerdan algún pequeño detalle del momento de recibirlo
o del acontecimiento por el cual se ha recibido. No dejan de tener
valor, por supuesto y todos ellos son valiosísimos si se hicieron
con verdadera gratuidad. No estoy hablando del valor sino de los
tipos de regalo.
He recibido un regalo de otro tipo,
no es cosa, ni objeto, ni nada material que el tiempo cambia de sitio
en mi casa o que lo ha hecho caducar o envejecer y se convierte
materialmente hablando en algo viejo. El regalo que he recibido es
para toda la vida, es algo que no se va a hacer mayor, ni va
envejecer. Es un regalo que perdura porque es de sensaciones, de
encuentros, de mesa compartida y hecha familia, de tiempo por y con
los otros, de corazón abierto que se deja operar en manos de los
cirujanos de la verdadera amistad.
Es un regalo, es verdad, situado en
el tiempo y en el espacio, pero que durará lo que mi tiempo dure, ya
no es algo ajeno a mi condición y a mi existencia, ha pasado a
formar parte de mi ser. Es una regalo con nombres, con miradas, con
caricias, con risas, con lágrimas… es un regalo de sentimientos
compartidos y entregados, de complicidades que dejan sitio en ese
corazón que late más rápido porque se dejar curar por el otro y
quiere que sea cuanto antes, sin detenerse. Es un regalo de momentos
que te inundan en cada rincón de lo que eres y sientes.
Es un regalo con fecha pero no de
caducidad sino de dicha. Lleno de la eternidad que le da poso y
solera. Es el regalo de la verdad puesta en las manos del otro para
que la estruje y la devuelva convertida en claridad para seguir
adelante. Un regalo lleno de pasos y canales, de esperas y
cansancios, de diques que se cruzan para poder llegar al otro lado
donde sigue estando el otro al que buscas y que camina contigo,
rostro permanente del Otro que te guía.
Un regalo que el viento y el otoño,
de olor los dos a chocolate, lo envuelven como el papel inolvidable
de lo atractivo para abrirlo con cuidarlo y, después de doblarlo,
pueda formar parte también del mismo regalo. Ha sido un regalo que
no se acaba en el momento de la entrega sino que está abierto a la
travesía de cada día como la de los barcos amarrados en los
embarcaderos dispuestos a zarpar de nuevo, en cualquier momento.
Veleros que la libertad del dios del viento mueve y que cruzaran
fronteras y océanos pero siempre siendo embarcaciones acogedoras y
dispuestas que no olvidan la historia de los encuentros y los
protagonistas de la travesía, de la vida, de la felicidad.
He recibido un regalo maravilloso,
que no cabe ni en esta explicación ni en ninguna de las decenas de
cajas que llenan mis estanterías, y al mismo tiempo cualquier
pequeño frasco lo encierra siempre que a su trasluz podamos ver
rostros, nombres, luchas, vida que se quiere celebrar. Es el regalo
de lo vivido con el corazón en la mano, con la alegría como guía,
de la existencia como deseo de encuentro y ser con el otro. El regalo
de la decisión de no querer pasar el tiempo y la vida sin los que te
quieren y a los que quieres. Es un regalo recuerdo de lo mucho que la
vida misma te da y la gratuidad con la que tienes que vivirla y
responder.
He recibido un regalo…
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