"Se preguntarán ¿Por qué habéis permitido esta barbaridad? Queremos progreso sin destrucción". Tenemos que movilizarnos, no podemos quedarnos quietos, no puede pasar desapercibido. Hace unos años todo era protección de la naturaleza, valoración y protección de espacios naturales, convencer a las personas que viven aquí (escribo desde Cantavieja) que era lo mejor, que había que sacrificar alguna cosa que parecía 'progreso' (edificaciones, reconstrucción de viviendas, cercados...) para mantener el patrimonio natural heredado de siglos. Hoy es todo lo contrario, los mismos políticos, las mismas caras. ¿Qué ha cambiado? Ni el espacio, ni las gentes, ni el patrimonio... Yo creo que sé lo que ha cambiado: ha cambiado el interés económico de los poderosos (grandes empresas y fondos de inversión que desconocen nuestra tierra...)que han visto un territorio dócil, unas personas honradas que lo habitan, un espacio que no conoce mucha gente, la pérdida de pocos votos... No quie
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.» Jer 31, 15 Muertes inocentes por mil intereses de poderosos vestidos de ideologías y de razones interesadas que no miran más allá de su religión, de su historia, de su tradición, de su poder… Muertes inocentes con nombres diversos, con rostros de infancia diferente pero con el mismo valor, la misma dignidad, con la misma tierra que hay que compartir y de la que no se puede expulsar al otro. Muertes inocentes de jóvenes que bailan o disparan, que se defienden de una injusticia manifiesta, de un atentado que no hay palabras para condenar. Muertes inocentes de madres rotas en las entrañas que abrazan a los hijos sangrando por el odio retenido y explotado en forma de misil, de bomba, de venganza. Muertes inocentes de soldados, de fanáticos, que obedecen sin rechistar a órdenes de lunáticos o iluminados que no saben ver a la persona que hay delante de un adjeti
...al borde del camino... PALABRA Marcos 10, 46-52 En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. COMENTARIOS CURARNOS DE LA CEGUERA ¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de
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