Ser carmelita
El 16 de julio se llena nuestro patio de muchos amigos, conocidos, cofrades, terciarios, jóvenes carmelitas, alumnos y alumnas, antiguos seminaristas, exalumnos y exalumnas, algún religioso, autoridades, personas que vienen a celebrar la fe, a escuchar el Evangelio, a dar gracias a la Virgen María o a pedir su ayuda y compañía. Unas y otras son personas con profunda fe que quieren abrir el corazón a Dios y saben que María les ayuda a ello, es puerta que se abre para que así sea, esto les llena de confianza para que lo hagan con verdad… Todos son carmelitas de deseo, de sentimiento, de compromiso, de proyecto de vida, todos.. Cada uno tiene un lugar y una manera de estar en la Familia Carmelita. El día 16 de julio es su día, nuestro día, el día de toda la Familia Carmelita.
Pero, ¿qué es ser carmelita? Ser nunca es poco, es todo. No creo en las graduaciones de cantidad en el ser. Ser ojo, ser dedo meñique… todo es ser, presencia, esencia, con función e importancia diferente, ya San Pablo nos lo enseñó. Cada uno vive la esencia, ADN dicen algunos, ‘sangre marrón’ otros, como mejor puede y lo intenta en las circunstancias que le hacen vivir con mayor o menor medida unos u otros de los puntos que, según mi parecer, nos identifican. Ahí van.
- El carmeltia ha escuchado aquello que María dice en Caná, ‘haced lo que Él diga’, lo entiende, lo hace suyo y sabe desde ese momento que tiene que ‘vivir en obsequio de Jesucristo’. Sabemos que Cristo y sólo Él va a mover nuestra vida, nuestro proyecto y nuestras decisiones. María es la mejor guía para ello. Una vez escuchada la propuesta de Dios, su llamada a ser Madre del Señor, hizo de ello, con su respuesta permanente, un proyecto de vida. Por eso en Caná sabía que ‘hacer lo que Él diga’, cambia la vida y nos hace fecundos.
- Somos hombres y mujeres en camino, como María a una aldea de Judá, algo pequeño, dónde hay alguien, Isabel, que nos necesita. Este camino de búsqueda de ‘tantas y tantos isabeles’ que hay en el mundo. Salir de nuestra comodidad, de nuestro privilegio, para atender a los que necesitan compañía, consuelo, escucha, entrega… de María lo aprendemos, como ella lo hacemos. María se queda con ella, está cerca, se pone en su lugar, vive con compasión esa relación.
- Nos sabemos revestidos de Cristo. María pone en nuestra manos un escapulario, un ‘delantal’ para revestirnos de Cristo y así ponernos a servir a los hermanos, a los necesitados, a aquello que no tienen a nadie que les sirva. Será seña de identidad donde otros puedan mirarnos para encontrar a Dios en su vida. Vestir el escapulario nos acerca a María que hizo de su vida un proyecto profundo y radical de servir a Dios en medio del mundo para hacerlo verdad, historia, presente.
- Tenemos ‘celo de Dios’ No podemos instalarnos en la indiferencia de este mundo ante la ausencia de Dios. Como Elías queremos ser portadores de esa presencia en medio de nuestra historia. Como laicos, en medio de nuestra vida cotidiana de trabajo y familia. Como religiosos generando espacios y propuestas de encuentro con Dios en nuestros conventos, en nuestras actividades. Sólo esto es importante. Celosos de Dios para hacerlo presente en nuestra vida. Sólo somos mensajeros, instrumentos en manos de Dios para que Él se haga presente, este es nuestro celo, nuestra dedicación, nuestra entrega.
- Miramos a María, y como ella, nos quedamos en silencio al lado de Jesús. Un silencio que no es quietud, que es entrega, que espera de la Palabra, de su propuesta, de una misión. Un silencio abierto a la oración para que sea Él, y sólo Él, quien nos mueva, nos transforme. No tenemos otra ocupación más que Él, ‘solo Él basta’. La oración como relación íntima y madura con Dios forma parte de nuestra identidad cotidiana. La aprendemos de María el día de la Anunciación. El ángel, tiene una propuesta, María responde, hay un diálogo entre Dios y Ella. Así queremos que sea en nosotros cada día. En medio de nuestro hacer, la Palabra se presenta con una propuesta. En un silencio, la presencia de ‘un ángel’ con nombre y apellidos que nos pide respuesta a su situación, a lo que está viviendo en su vida. No nos asusta el encuentro con Dios , lo queremos, lo buscamos y lo abrimos a otros, lo ofrecemos para que también otros puedan encontrarse con Él. La oración nos ayuda a descubrir y profundizar que para Él no hay nada imposible.
- Nos sabemos al lado de María cuando está al lado de la Cruz, como discípulos y seguidores de Jesús, lloramos la injusticia de los que la sufren, queremos estar con ellos, acompañarlos como Juan hace con María. Es así y ahí cuando escuchamos la voz del Señor que nos dice mirándonos a los ojos, ‘ahí tenéis a una Madre’. Así, como discípulos, sabemos acogerla, proponerla como referencia de devoción, cuidarla y ponerla en un lugar privilegiado de nuestra espiritualidad, de nuestras propuestas y espacios pastorales. Que sea ella la que con su vida nos acerque a su Hijo.
- Nos sentimos elegidos, llamados, en medio de la humanidad, como María en Nazaret. Como ella queremos hacer de nuestra vida un ‘hágase’ en el servicio, la generosidad, la misión, la presencia en medio del mundo. Como Ella, llenos del Espíritu que nos elige y envía, queremos ‘dar a luz’ a la Palabra de Dios en nuestras tareas de cada día. Mostrar y proponer la Palabra, la Buena Noticia, a Jesucristo, como proyecto de salvación, de encuentro transformador. No queremos esconderlo sino mostrarlo, dejando que sea Él el único y verdadero protagonista de todas nuestras acciones.
- Asumimos como propio y de una manera singular, el proyecto de Dios para la humanidad, que seamos hermanos, la fraternidad. No queremos que sea sólo una palabra, un sueño, una utopía, un imposible. Deseamos que, como María y José con el amor que se profesan y tienen, nuestra manera de ser y estar en el mundo sea una grano de arena, una presencia real y notoria de este proyecto de Dios que es la fraternidad. Todo carmelita está llamado a vivir en fraternidad, a ver en el otro a un hermano. Estamos llamados a hacer del Carmelo, lugar de encuentro, de familia, de acogida, de misericordia, de fraternidad.
- La Justicia que pide Elías a los poderosos también debe formar parte de nuestro ser profetas. Los poderosos se saltan la justicia, la olvidan. Ellos construyen relaciones injustas y degradantes entre los hombres y mujeres de este mundo. Como Elías estamos llamados a jugarnos la vida como él lo hace ante la injusticia sufrida por Nabot. Nos apuntamos a la lucha por los Derechos Humanos, la defensa de la dignidad que todos los hombres y mujeres de este mundo tienen por ser hijos de Dios. Todos hemos sido creados a ‘imagen y semejanza de Dios’. Una vez más no somos ni permanecemos indiferentes a lo que sucede en nuestro mundo. El carmelita no está encerrado, escondido detrás de un espiritualismo vacío. Está presente en medio del mundo al lado de aquellos que ocupan las periferias y márgenes de nuestro mundo. Es con ellos con quienes estamos llamados a vivir.
- Carmelo significa jardín, nos sentimos llamados y comprometidos a cuidar, mantener, acrecentar el jardín compartido por todos los hombres y mujeres que es la casa común. Nuestras presencia están llamadas a ser verdaderos jardines, donde cada uno pueda hacer crecer su semilla en la tierra buena de su corazón y la del Carmelo. Todo carmelita tiene un compromiso con el cuidado integral de la creación viviendo y haciendo nuestras la propuestas de una ecología integral como proyecto de vida donde Dios se hace realidad.
Podríamos seguir. Un día como el día del Carmen todo esto tenemos que tenerlo presente, no podemos conformarnos con una gesto devocional, con una presencia, con una emoción, con una pregunta que nos cuestiona, con un sentimiento, con una obligación, con un encuentro anual vacío de compromiso en la vida cotidiana…. Ser carmelita es un proyecto de vida en Dios, con María como guía, con Elías como ejemplo… que se vive cada día en lo cotidiano de la tarea, los proyectos, las relaciones, las familias, los amigos y los compromisos adquiridos como hombre y mujer de este mundo.
¿Quieres ser carmelita? Adelante, todos tenemos sitio en esta familia. Feliz día de nuestra Madre del Carmelo.
(Publicado en programa de la fiesta de la TOC de Vila-real)
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