Oportunidades
El pasado día 6 de diciembre alguien escribió que comenzaba
un mes lleno de fiestas, el mes que más fiestas tiene en el año. Es posible,
entre vísperas y fiestas hasta el seis de enero hay muchos días de encuentro,
de alegría, de compartir, de calle, de novedad, de regalos, de gozo, de
familia, de mesa…
Os deseo un mes lleno de encuentros
de verdad, de los que transforman la vida porque el otro/Otro puede dejar su
huella en forma de caricia y mirada. No puede ser perfecto mi deseo sin la alegría, pero no de la pasajera que
da una buena botella de cava o un dulce casero que rememora sabores perdidos y
recuperados solo estos días, o de la música que nos hace bailar y bailar para
llenar las madrugadas de pasos armoniosos cuando no existe el equilibrio
necesario que se perdió entre cristales y hielos. Quiero para todos una alegría
de la que perdura, la que permanece, la que procede de una palabra sincera que
sale del corazón del otro/Otro y siembra en el mío los deseos de un abrazo
interminable que da vida, que deja sin defensas para que el otro/Otro pueda moldear
el corazón con sus caricias, miradas o necesidades.
Es tiempo de frío, tiempo de abrigos. Deseo un abrigo
compartido para vencer los fríos del alma. Abrigo de lana entrelazada por las
fraternidades y amistades reconstruidas por mil perdones, mil deseos de paz, mil
sitios dejados en los bancos del parque de nuestro corazón al herido, al echado
fuera de nuestra vida. Que los fríos de las ausencias, y de los miedos se
conviertan en fuegos encendidos por abrazos
sinceros, de acogidas verdaderas donde la llave no se pida al salir, donde
la noche de mesa de estos días pueda durar trescientos sesenta y cinco días, y
sea la noche más larga del año, la noche donde pueda lanzarse una grito
compartido y sentido: Gloria, alegría, paz… nos ha nacido un Salvador, a ti, a
mi, al otro… y nos convoca a estar juntos.
Un mes marcado por los afectos, por las invitaciones, las
tarjetas, los regalos y también por las ausencias... Este diciembre y parte de
enero es mes de invierno en el que buscamos el calor de los que nos quieren, un
calor del que yo soy el encargado de mantener encendido, de avivar las brasas
candentes que aunque parezcan apagadas pueden ser fuego ardiente, calor
compartido y lumbre para recuperar la confianza. No dejes que otros las
mantengan tapadas por la ceniza, eres tú, el que puede soplar y hacer que
prenda el fuego del verdadero encuentro.
Deseo que todos encontremos ese calor, esa compañía, esa
presencia que nos haga sentirnos queridos, acompañados. Tenemos delante de
nosotros el mes más cargado de oportunidades para vivirlo así. No dejes pasar
de nuevo esta oportunidad… haz sitio al otro/Otro en tu vida para bailar,
cantar, reír, charlar… ábrele el corazón.
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